En un pueblo llamado La Vall
d’Uixó, vivía una niña llamada Anabel. Un día, Anabel fue a
buscar a su amiga Carla para hacer juntas los deberes. Cuando
acabaron, salieron a la calle a jugar con un balón muy pequeñito de
color rojo. Mientras estaban jugando, empezaron a oír pasos, pero no
vieron a nadie, como si fuera invisible; pero eso era imposible,
pensaron las dos.
Carla y Anabel fueron a
buscar a su amiga Carmen para contarle el misterio de “los pasos
invisibles”. Tocaron el timbre y les abrió Ana, la madre de
Carmen. Les dijo que podía salir a la calle un ratito, ya que había
acabado sus deberes.
Las tres se dirigieron al
parque Carbonaire a jugar, y allí encontraron a Manuel, el hermano
de Anabel. Las tres le preguntaron qué hacia allí, y él les dijo
que estaba jugando al escondite. Los cuatro de nuevo oyeron pasos,
pero de nuevo no vieron a nadie alrededor del parque. Muy intrigados
y muy asustados se fueron a casa de Juan, un amigo que tenía un
montón de libros de misterio, a investigar y resolver el caso de
“los pasos invisibles”.
Nada más llegar a la casa de
su amigo, se pusieron con gran emoción manos a la obra. Anabel
encontró un libro llamado “La Vall d’Uixó, un pueblo mágico”
y descubrieron que hace casi trescientos años, un pirata con pata de
palo llamado Frank escondió un tesoro que nadie encontró. Ellos
tenían curiosidad por encontrar el tesoro que nadie encontró, ni
buscó.
Primero, tenían que buscar
el mapa que les conduciría hasta el tesoro. Anabel siguió leyendo
el libro para encontrar alguna información sobre el mapa. De repente
apareció, de dentro del libro, un genio mágico; los cinco se
asustaron y se escondieron detrás de la mesa. El genio les dijo que
era bueno, que les estaba agradecido por liberarlo de la maldición
del pirata Frank y que les iba a ayudar a buscar el mapa del tesoro.
Los cuatro amigos se alegraron ya que habían conseguido un nuevo
amigo, y este era muy especial. El genio les comentó que el pirata
escondió el mapa en la Ciudad prohibida y también les dijo que no
eran los únicos que estaban buscando el tesoro, que había un grupo
de malvados que querían apoderarse del tesoro. En este momento, los
cuatros amigos resolvieron el misterio de “los pasos invisibles”.
Cuando llegaron a la Ciudad
prohibida se pusieron a buscar las pistas para encontrar el mapa.
Anabel y Carla que no se separaban, empezaron a buscar entre unos
árboles arrugados y amarillentos. Después de mucho buscar,
encontraron en un hueco muy escondido del árbol más arrugado un
trozo de papel que alguien había partido por la mitad. Ahora tenían
que buscar la otra mitad del mapa, donde estaría marcada la cruz
que les conduciría hasta el tesoro. El genio, que para eso era
genio, consiguió la otra mitad del mapa, las juntaron y… justo,
coincidían, era el mapa del tesoro del pirata Frank.
Ya tenían el mapa, pero
seguían dentro de la Ciudad prohibida. El genio, que para eso era
genio, les explicó por qué se llamaba así, les dijo que nadie
había logrado salir con vida de allí, pero que no se asustaran, que
él les ayudaría a salir, que para eso era… Tenían que buscar una
piedra dorada como el Sol que les abriría la puerta secreta.
Buscaron por todas partes y cuando parecía que este sería también
su final…, Manuel la encontró al lado del árbol más pequeño y
verdoso que había visto en su vida. Carla y Carmen encontraron la
puerta secreta y todos juntos consiguieron escapar de la peligrosa
Ciudad prohibida.
Se pusieron a buscar el
tesoro, y al cabo de unos días lo encontraron antes que los malvados
de los “pasos invisibles”.
Desde aquel día se llamaron
“El club de los cinco inseparables” dispuestos a correr aventuras
y resolver otros misterios que su pueblo mantenía ocultos.
Nerea Aliaga González 6é B